jueves, 12 de febrero de 2015

San Marcos 7, 24-30


Biblia Jerusalén: 24. Y partiendo de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido, 25. sino que, en seguida, habiendo oído hablar de él una mujer, cuya hija estaba poseída de un espíritu inmundo, vino y se postró a sus pies. 26. Esta mujer era pagana, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio. 27. El le decía: «Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.» 28. Pero ella le respondió: «Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños.» 29. El, entonces, le dijo: «Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija.» 30. Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se había ido.

Comentario: Ven Espíritu Santo, hermoso eres, precioso señor. Si reflejamos a Jesús nunca pasaremos por inadvertidos, la gente siempre quiere de esa agua viva que brota de los que están en su presencia. A esa mujer debemos imitar con la sabiduría que viene de Dios, la confianza y la fe que le arranca a Jesús los milagros.

1 comentario:

Unknown dijo...

Jesús no hace distinción entre pobre y ricos, sanos y enfermos, católicos o protestantes, solo tenemos que tener fe, una fe tan grande que se Jesús se enorgullezca y se admire, una fe que sobre pasa todos los límites, confiados en que tan solo saber que él es el hijo de Dios y que todo lo puede, una fe que tan solo de pedir estemos totalmente convencidos de que él hará. Esta mujer pagana creyó en el hijo de Dios y estaba segura y totalmente convencida de que Jesús sanaría a su hija, aún no siendo ella judía, su fe sorprendió a Jesús y eso fue lo que sanó a su hija. Imitemos a esta mujer y tengamos esa gran fe que haga que Jesús se derrita de amor por nosotros. Paz y bien en el nombre de Jesús.